sábado, 18 de septiembre de 2010

¿En serio todavía no tienes blog?


- ¡¡Con lo que tu escribes!! ¡¡con lo que te encanta divagar!! ¿¿En serio todavía no tienes blog??

- NO. Pesados, más que pesados. ¿Para qué diantres quiero yo un blog?

Y no es que la cosa no tenga explicación. Me encanta escribir, pero siempre suele tener una finalidad. Si quiero contarle a la gente lo que sea que me inquieta, mando un e-mail de esos que dan miedo. Uno va a su correo, lo enciende y cuando abre el mensaje se encuentra como si hubiera abierto la compuerta de un embalse; sólo que en vez de caerle un aluvión de agua encima, le espera una buena sesión de palabras. Suerte que tengo amigos parecidos y en vez de mandar nuestros mensajes directamente al spam, los usamos de aliciente para nuestros futuros correos. Retroalimentación, para eso sirven mis mails.

Si la cuestión es más íntima y hay que tomar una decisión personal, no hay nada mejor que un diario. Recordemos que un diario es esa clase de cosas que los parientes familiares menos allegados regalan a las niñas por su cumpleaños para salir al paso. O al menos eso es lo que la gente piensa. "Yo escribo un diario" digo, y la gente piensa "qué infantil es esta". Si, majos, sí. Si supiérais lo que es mi diario fliparíais en 3D (que ahora con toda la tecnología, eso de los colores ya no está "in"). Sólo comentaré que detrás tiene un USB con vídeos y fotos para ir agregando a lo que sea que esté escrito. A mano.

¿Para qué entonces un blog? Lo mismo me pensaba yo, que intenté uno hace la tira de años pero lo dejé, no sé si porque no sabía usarlo, o porque lo de los blogs me parecía demasiado público.

¿Qué pues, me hizo cambiar de opinión?
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Puede que algún día lo cuente.